Te pones cómodo, miras hacia arriba y hablas mientras te preguntan. Esta es la imagen que a muchas personas les viene a la mente en el momento en que piensan en psiquiatría. El término denominado “diván del psiquiatra”, se ha convertido en un sinónimo de tratamiento en psicología por cualquier experto en este tema.
Ahí encontramos el sofá de cuero negro de “Annie Hall”. Alvy Singer, interpretado por Woody Allen, se tumba en su diván y los dibujantes de The New Yorker, han imaginado distintos divanes freudianos en alunas situaciones cómicas.
Lo cierto es que las salas de consulta reales no tienen nada que ver con las de las películas, pero sí que fue un diván el que comenzó a alimentar el estereotipo que perpetúa Hollywood. El diván del primer psicoanalista era una cama de día de origen victoriano, según parece, entregado como regalo a un neurólogo austríaco: Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. El sillón fue un donativo de una paciente llamada Madame Benvenisti, muy agradecida con él. Lo recibió en 1890. La idea es que se lo regaló con motivo de haberle ayudado a curarse, en señal de agradecimiento en forma de “no lo necesito, estoy bien”. Es robusto, sólido y está cubierto con una pesada tela multicolor iraní, además de estar decorado con cojines gastados. Iván Ward, curador del Museo de Freud en Londres, ha señalado que es la pieza de mobiliario que más se asocia con las mujeres victorianas. El mueble del diván, se popularizó durante un viaje de Freud por Estados Unidos en 1909, según los psiquiatras.
Este diván tan famoso y visitado está en el Museo de Freud en Londres. Un motivo más por el que visitar esta apasionante ciudad y disfrutar de un museo diferente, pero no por ello menos interesante.
